lunes, 31 de mayo de 2010

Nosotros Somos Latinoamérica


Foto: San Antonio de Areco - Paula Ferro
Texto: Paula Ferro

Una de las experiencias más emocionantes de la vida es tener la oportunidad de conocer sitios y gente que uno jamás se imaginaría que existen. En una de esas vueltas que da la vida entre aeropuertos y paradas de autobús, descubrí que a pesar de ser colombiana y amar mis raíces, lograba dejar mi patriotismo a un lado y por primera vez estar orgullosa de ser Latinoamericana.

En un largo viaje de siete meses exactos, pude recorrer lugares maravillosos que logran ser distintos en cultura y geografía, pero tan iguales en cuanto a la esencia humana se refiere. Mi primer destino: la hermosa Argentina, un país lleno de sabores y olores inolvidables, con algo muy peculiar, una pampa (llanura) entre sus ciudades que hacen ver el mundo desnudo, infinito. La pampa, donde la vista se pierde en una línea recta de un cielo abierto y un piso verde interminable. Un destino asombroso que esconde entre sus vías la verdadera cultura gaucha.

A tan solo unas horas de la gran ciudad existen pueblos en donde persiste una tradición de antaño; hombres montados a caballo con pantalones anchos, camisetas blancas, chalecos en paño, un pañuelo en el cuello y un distinguido sombrero en la cabeza, de por sí muy elegantes, deslumbrando por doquier un estilo único, demostrando que la modernidad no afecta su costumbre.

En uno de estos parajes y después de un largo recorrido en búsqueda de aventuras y relatos, se cruza por el camino una curiosa galería, en la que habita un señor de ojos claros con raíces europeas y de apellido italiano (típicas señas argentinas) el cual con su arte y sus antigüedades comienza a introducir al visitante en las hazañas de su vida, un grato recuento de todo los años vividos en ese lugar que guarda la historia innata Argentina, este adulto mayor de 60 años cuenta con orgullo la independencia de su país (como buen latino), haciendose notable en sus ojos la nostalgia de un relato que por años él cuenta sin omitir detalles, ilustrada en un mural hecho por el mismo, el cual admira durante la charla. Al finalizar, con un lápiz y un papel dibuja un retrato para cada uno de los individuos que oyen con atención sus anécdotas, en ese instante comprendo que la única diferencia que existe entre él y yo es la edad, porque nos une un gran orgullo latinoamericano; un pueblo que luchó por la misma causa, “la libertad”.

Eso es revivir la verdadera historia, cuando es contada por alguien que de verdad la siente. Gracias a él y a la gente que llegué a conocer en este país, puedo decir que conocí Argentina. Lo cual me hizo caer en cuenta que normalmente los temas de conversación con gente de otros países más que todo en Latinoamérica es “mi país tiene..." y "mi país es...”. La verdad es que por primera vez comprendí que no se trata de competir por el que más tenga, ni por el que más conozca; no nos digamos mentiras pero no se conoce un país por ir a visitarlo cuatro o cinco días, quedándose en un hotel en la capital y haciendo un tour que dura por lo menos 3 horas diarias; no siempre el camino que se recorre se puede decir que se conoció bien. La verdadera esencia esta en el diario vivir de las personas que lo habitan, la gente es lo que hace del destino algo maravilloso, la cultura la reflejan las personas que crecieron en ese lugar en el que dejaron, dejan y dejarán una huella.