domingo, 14 de junio de 2009

Polo a Tierra


Foto: Manuel Medina, Mercado de Pisac, Perú.

Ayer, como todos los sábados almorcé en casa de la abuela, unos deliciosos frijoles como solo las familias de ascendencia antioqueña saben hacerlo. Últimamente esto se ha convertido en un rito para mí, voy no solo por la deliciosa comida sino también porque de alguna forma u otra se ha convertido en un polo a tierra.


Para los latinoamericanos, la familia ha tenido una importancia capital, algo que podríamos –lamentablemente recurriendo a otro estereotipo llegado del cine- asimilar a las grandes familias italianas, en las cuales sus miembros encontraban solo por nombrar dos de las muchas ventajas que estas ofrecen, tanto protección como una oportunidad de llevar a cabo sus proyectos con el apoyo de su numerosa familia.


Pero, la importancia de la familia latinoamericana, no se limita solo al presente de cada una en su época, ya que lo sucedido en esos años de hazañas nacionales o ínfimamente intimas en un lejano pueblo, bien sea estableciendo un proyecto de Estado o reuniendo entre todos el dinero para que alguno de los suyos pueda costearse una universidad; constituye el esfuerzo de familias enteras -sin importar su nivel socioeconómico-, buscando proyectarse en el futuro, buscando el beneficio de todos sus futuros miembros. En un contexto, donde el Estado ha fracasado sistemáticamente en la satisfacción de necesidades de los miembros de la sociedad, recurrir al apoyo familiar resulta bastante común, y sacar a alguno de los suyos ‘adelante’ para que después puedan más adelante ‘darle una mano’ a los suyos, resulta bastante importante.


Ayer, como todos los sábados aproveche de mi abuela, -en sus más de noventa años- toda la información que pudiera darme de mi familia, a lo largo de estos sábados me ha contado todo tipo de historias, desde familiares que en los años de La Violencia murieron a causa de su filiación política, o la forma como colonizaron nuevos territorios en mi país, hasta el último nacimiento en una familia que hace tiempo, a causa de la costumbre de tener bastantes hijos, superó los cientos.


Es muy común, en estas latitudes que nos definamos a nosotros mismos, desde la familia. Al preguntarle a cualquiera quien es, es bastante probable que esto resulte en una serie de hechos familiares, como explicación a lo que se es hoy día. Respuestas del tipo: “Soy un gran aficionado a la fotografía, mi abuelo de pequeños nos llevaba a mí y a mí hermano al estudio donde aprendió de su papá todo lo que sabe.” O “en mi familia todos han sido abogados, tal vez de ahí soy lo que soy: abogado… se lleva en las venas…”. ¿Se ha preguntado usted, por la historia de su familia?


Tal vez, el conocer la historia de su familia, o las historias dentro de la historia, podrá darle una nueva perspectiva, tanto personal como nacional sobre lo que somos y hemos buscado ser los latinoamericanos. Tal vez el rumbo que hemos perdido, lo hallemos mirando en nuestra familia, y proyectando al futuro, con las lecciones aprendidas a través de los años.


Por último, cuando me refiero a la historia de su familia, no pido que busque y rebusque alguna historia con que alardear en reuniones sociales, con su abuelo importante para la historia de este país, sacando pecho con comentarios del tipo… “¡Es que gracias a mi abuelo existe el tren en este país!”. Lo que busco, es que usted como yo, encuentre el hilo conductor de su historia personal: su polo a tierra.

domingo, 7 de junio de 2009

Maracuyá: El trópico visto desde el trópico.


Recordemos por un momento, aquellas películas originadas desde un estudio en Hollywood, sin escatimar esfuerzos o dinero –después de todo, sí resulta un éxito, ponerse unos pocos millones de dólares encima por una película no está nada mal-. Deciden salir a locación, a filmar esa escena en parajes exóticos tropicales donde el galán se conoce con la coprotagonista, y lo mas tropical que se les ocurre son las Bahamas. Claro, esta película de seguro tiene que ver con un robo a un banco, o algo no muy violento; porque de tratar temas como narcotráfico o guerrillas, terminan en una imitación de Bogotá, que evidentemente no lo es y terminan mostrando barbaridades porque les da miedo venir a filmarlo aca.

Hace unos meses, me encontraba en un viaje inolvidable, en un país increíble: El Perú. Camino a Machu Picchu, en el tren que a los guías les pareció indicado montarme termine frente a frente con una pareja de agradables españoles, tal vez rondando los 65 años. Al principio, se limitaban a conversar entre ellos; y yo que viajaba solo apenas me limitaba a mirar por la ventana. De repente llegó un inesperado rompehielos, tres panes, jamón y queso, acompañados por un café o té. Con la comida llegaron las primeras frases, me preguntaron ¿y tú de dónde eres? Al comentarles mi nacionalidad, se interesaron en continuar conversando, pues mi país ha sido protagonista de muchos titulares mundiales durante los últimos años, debido a giras del presidente de turno y a varias liberaciones de secuestrados. Después de hablar de política y la situación latinoamericana, desestimando una serie de mitos que los medios de comunicación se han encargado de difundir de los latinoamericanos. Empezaron los comentarios sobre la geografía de nuestro continente, pues estos españoles no terminaban de asombrarse de la diversidad y que a más de 2500 m.s.n.m la vegetación fuera así de abundante; cosa que para mí era terriblemente normal pues vivo en unas montañas a 2600 m.s.n.m donde la vegetación es todavía abundante.

Caí en cuenta de cosas que antes no valoraba, de repente una gran contradicción tomó un poco mas de mi tiempo, la imagen de tropical que me había vendido Hollywood, es muy distante a lo que yo he vivido en mi país. Hollywood se encargo de vendernos la imagen, que el trópico era andar por ahi de pantalones cortos, camisas hawaiianas, tomando un coctel desde un coco, mientras un elegante timonel de tez oscura y barba blanca a ras, vestido con otra de las camisas de flores maneja el yate para llegar seguros a tierra. O en otro de los casos, un lugar en donde todos llevan bigote, visten poncho, trafican y como viviendo en medio de un pacto hobbesiano, reina la ley de la selva. ¿Es eso la vida en el trópico, en Suramérica? Hollywood ha vendido una imagen que todos vivimos como en una isla o en la selva, cosa que realmente ha penetrado el consciente colectivo mundial.

Nada más lejos de la realidad, ser latinoamericano y vivir en el trópico, se caracteriza por contar con una gran diversidad, que va desde nuestra geografía, pasa por nuestra gente y termina en nuestra flora y fauna. Pues para ninguno de los que habitamos este rincón del planeta es un secreto que en Suramérica de descuidarte en el andar, podrás terminar en mares, playas, valles, montañas, desiertos, nevados, un pequeño pueblo o una gran ciudad etc. Encontrando por el camino personas de todas las razas y personalidades. No quiero negar que existen lugares en Suramérica donde el estereotipo hollywoodense si se cumple, quiero hacer un énfasis en que lo que nos caracteriza es la diversidad.

Creo que la diferencia de este con muchos rincones del planeta, es que aquí tenemos mucho de donde elegir, lo cual se refleja entre tantas otras cosas en nuestros diversos platos típicos y en nuestra gran variedad de jugos. Si, jugos! Aca podemos tener el lujo de tomar un jugo de lo que se nos ocurra, en cualquier momento del año y no tenemos que conformarnos con la fruta de temporada –que probablemente ni nos guste-, es más ya mismo, puedo ir a comprar fresas, guayabas, papaya, melón, mangostinos o por qué no, puedo ir a comprar un maracuyá!